Estaba recostado al puente a la salida del pueblo.
—¿Donde vas sin mantón de Manila? —me dijo al verme pasar cargando mi maleta.
—A lucirme y a ver la Verbena, y a esperar lo que venga después —le contesté sin mirarlo.
—¡Aquí te espero! —me gritó, y seguí. Diez años después, de regreso, volví a cruzar el puente cargando mi maleta. Él tomaba una cerveza en el bar de José Escudero.
—¿Y? —Me dijo al verme pasar.
—Nunca vino nadie. — Le contesté sin mirarlo. Tiró una moneda sobre la mesa. Con una mano tomó mi maleta. Con la otra rodeó mi cintura.
---Te dije que te esperaría ---susurró a mi oído. Acompasó su paso a mi paso. Y era cálida y firme, su mano en mi cintura.
Ada Vega, 2016 - http://adavega1936.blogspot.com.uy/
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